Trazos del capitalismo planetario

El capitalismo como sistema económico basado en la propiedad privada de los medios de producción, en el libre mercado y en la explotación del trabajo no ha permanecido invariable en el transcurso de la historia. La acumulación del capital se expande a través de la expropiación y la explotación, ahora ya no solamente de la naturaleza y de la vida humana, sino que también se incluye el planeta. El capitalismo se ha fortalecido a tal grado que hoy es un sistema económico planetario y, con variantes en su desarrollo entre los diferentes países, recibe denominaciones como capitalismo democrático, capitalismo autoritario, capitalismo benefactor, capitalismo moral, capitalismo depredador, etc. El apellido cambia, no así su esencia. Su espíritu insaciable se traduce en pobreza, desigualdad, inequidad e injusticia, a lo que se suman nuevos problemas relacionados con el calentamiento global del planeta, como el cambio climático y la lucha por los recursos naturales más esenciales.

El estudio sobre el capitalismo del siglo XXI se puede abordar desde prismas prácticos o teóricos. En este libro, el lector encontrará tres ejes esenciales: la libertad económica y la democracia, la geopolítica expansionista y la geoguerra multifacética. Son tres dimensiones interrelacionadas y que sirven de fundamento al capitalismo para su expansión. En nombre de la libertad económica y la democracia, los países representantes del capitalismo, con los Estados Unidos de América a la cabeza, tratan de imponer como valores universales la libertad de mercado, la democracia representativa y las libertades civiles, para intensificar y extender su dominio a través de medios diplomáticos y, sobre todo, del recurso de la guerra.

En esta obra se presentan evidencias del estado actual que guardan los tres ejes estudiados y se exponen los índices internacionales que muestran el lugar que ocupan los países en el ámbito internacional. Llama la atención que ninguno de los países que figuran en dichos índices se aproxime siquiera al 100 % de libre mercado ni al 100 % de democracia. Esto debería empujar a los pensadores procapitalistas a repensar los pilares sobre los cuales han causado un desastre mundial que, lejos de acabar, se acentúa a cada día que pasa.